Por qué es el momento de descubrir Lima

La Mesa, un atractivo turístico

  • Causa limeña: plato a base de papa amarilla, ají y aguacate.
  • Ceviche: pescado crudo marinado con jugo de lima y acompañado de cebolla, pimiento… Otra variedad es el tiradito, con el pescado cortado en tiras. Lo hay también de marisco.
  • Lomo saltado: un básico de la cocina peruana. Carne de vacuno con arroz y papas. La salsa, exquisita.
  • Papa a la Huancaína: Con patata y ají amarillo.
  • Chifa: no es un plato, sino el nombre que se le da a la fusión de la comida china con la peruana. Es la más popular (y barata) y se caracteriza por su variedad de sabores y las grandes porciones en que se sirve.

Con pasado colonial, barrios pujantes, una costanera mirando al Pacífico y una gastronomía con fama mundial, Lima llama a la puerta de los grandes destinos de América.

Hay lugares previsibles y otros que descolocan todas las ideas y prejuicios que uno puede tener sobre ellos. Con su panza de burro en el cielo, con su mirador al Océano Pacífico, esta ciudad de más de 10 millones de habitantes vive entre paradojas: está asentada en un desierto y goza de un clima tropical, donde no suele hacer demasiado frío ni demasiado calor.

Durante décadas ha vivido a la sombra del grandísimo patrimonio histórico y cultural de Perú, con Machu Picchu a la cabeza, e incluso por detrás de otras ciudades del país, como la histórica Cuzco, con su patrimonio inca, o la pujante y colonial Arequipa, en el sur.

Ahora, tras los años de la pandemia y las revueltas políticas que convulsionaron al país, Lima gana puntos para convertirse en una de las capitales de referencia turística del cono sur.

Recorrer sus puntos de interés es más sencillo de lo que hace prever su extensión. Aunque Miraflores, San Isidro y Barranco son los distritos más refinados, bohemios y apetecibles, no está de más hacerse el remolón y comenzar a descubrir Lima por sus orígenes, remontándose a la pequeña cuadrícula amurallada que concibió personalmente Francisco de Pizarro mediado el siglo XVI. Y mejor aún, en la Plaza de Armas, donde las historias de incas y españoles sólo se entienden la una con la otra. Como en la catedral, asentamiento del antiguo templo incaico dedicado a Inti, el dios Sol. En ella, además de apreciar el barroco limeño y su sillería de Pedro de Noguera, es posible empaparse de historia ante los restos de Pizarro, más héroe que villano en la capital, no así en el resto del país. Y conocer la causa de su muerte gracias a una autopsia que habla de traiciones, ensañamientos y conspiraciones.

Sólo hay que dar un paseo para llegar a la iglesia y monasterio de Santo Domingo, cuna de santos peruanos y de la universidad de Lima, la más antigua de América. Y dejarse embelesar por su claustro encantador, con azulejos traídos desde Sevilla.